DATOS CLAVE
Fundación: S. XVII
Imagen Titular: Jesús Nazareno (José Capuz, 1945)
Hábito: Morado
Hermano Mayor (2021): Francisco Pagán Martín-Portugues
Sede: Calle Jara, 25
REAL E ILUSTRE COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
La cofradía marraja tiene sus comienzos allá por la segunda cincuentena del siglo XVI. Hay datos que se remontan a la década de 1580, fecha en la que los Padres Dominicos se establecen en Cartagena, donde se trasladó la cofradía.
A pesar de esta información, los datos que constan oficialmente son a partir de 1641, justo cuando es adquirida en propiedad, su capilla, en el convento dominico. Por lo tanto, el documento oficial más antiguo está situado en esa fecha de 1641.
La dedicación por parte de la cofradía a participar con la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, dió lugar, años más tarde, en 1663, a ser lo contrario, que la cofradía se hicera cargo de la organización de las dos procesiones de Viernes Santo, que eran la de la Calle de la Amargura y la del Santo Entierro.
VÍDEOS DE LA COFRADÍA MARRAJA
Tras la guerra de Sucesión, Cartagena experimenta un crecimiento importante, que afecta también a la Cofradía.
A partir de 1732, comienzan una serie de realizaciones, como el retablo de la capilla, que es la que tenemos actualmente y años más tarde, el incremento del número de tronos, como San Juan y La Verónica. Podemos decir que la Cofradía Marraja, en el siglo XVIII, está muy activa, aglutinando a hermanos de diversos lugares ligados a la orden de Predicadores, los dominicos, con su sede en Santo Domingo, donde no faltan los actos de culto.
A principios del siglo XIX, los dominicos abandonan la ciudad y el templo de Santo Domingo, con lo cual, hay que reorganizarse y emprender nuevas formas de actuación.
Comienza una época de estancamiento, hasta que la restauración de la Monarquía con el rey Alfonso XII, hizo que la cofradía cambiara el concepto de los desfiles, incorporando nuevas imágenes y escenas en los tronos. En vez de una sola imagen, ya aparecían varias en el mismo trono. Innovación importante para la época.
Otro acontecimiento importante fue la reapertura de la iglesia de Santo Domingo, en 1880.
Ya en el siglo XX, Cartagena despega económicamente, pero la cofradía tardará algunos años en resplandecer de nuevo. Las dificultades económicas provocan la no salida de los desfiles procesionales.
Un estímulo importante fue la incorporación del Rey Don Alfonso XIII como hermano de la cofradía.
El relanzamiento importante lo tuvo cuando llegó a formar parte como hermano mayor, Juan Antonio Gómez Quiles, quien inicia un proceso de renovación de las imágenes y de los distintos grupos escultóricos, encargando a uno de los mejores escultores de la época, José Capuz, esa tarea de reestructuración.
Pero el paso más importante para la modernización de la estructura de la cofradía, fue la creación de las agrupaciones, en el año 1925.
La intención de crear estos grupos era la de poder costear la salida de cada una de los tronos y tercios, con su participación económica. Esto supuso una reducción de costes para la cofradía y a la vez, un aumento considerable de participación social de los cartageneros.
Dejaba de ser necesaria la contratación de figurantes penitentes y la dependencia de inversores externos. Con lo cual, los nuevos penitentes serían los que sufragarían los costes de cada agrupación.
Naturalmente, esta nueva forma organizativa se fue consolidando y fue el germen para que otras cofradías adoptaran estilos similares.
Ya en los años 30 del siglo XX, Cartagena y toda España empieza a sufrir los movimientos políticos, que culminaron con la guerra civil durante tres años.
Años desastrosos para todos y también para las cofradías, que se vieron atacadas y devastadas de manera indiscriminada.
La Semana Santa en Cartagena se paralizó.
Al final de la contienda, comenzó un proceso de recuperación de la institución, así como de las imágenes perdidas, entre ellas, la del titular, la del Jesús Nazareno.
Había que seguir adelante y bajo la dirección de don Juan Muñoz Delgado, la cofradía volvió a recurrir a José Capuz, para reponer todo lo perdido y ya, de paso, añadir nuevos grupos escultóricos.
Así continúa avanzando el siglo XX, con nuevas incorporaciones a los desfiles, nuevas agrupaciones, como la del Resucitado, en el año 1941, que se independizó más tarde, en 1943,
En los últimos años del siglo pasado, la cofradía se centró en la conservación de su patrimonio.
Hay que destacar la labor social de la cofradía Marraja. Durante el período de José Miguel Méndez como Hermano Mayor, los marrajos consolidan su patrimonio con una labor social importante. Una de esas labores es la adquisición de pisos en el barrio universitario, donde acogen a varios ancianos.
Y así llegamos a nuestros días, con una cofradía marraja sólida, con una aportación humana digna y con un sentimiento popular cada vez con más arraigo.